FOTOS DE SALTA

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VALLES CALCHAQUIES
Desde la capital salteña se puede recorrer uno de los circuitos más imponentes de la República Argentina al transitar los legendarios Valles Calchaquíes a través de un camino que conduce hasta el asombro sin tener un solo momento de respiro.




SALTA TIERRA DE VIÑEDOS
La región más importante en la Provincia de Salta es Cafayate: un valle rodeado de cordones montañosos, con una altura media de 1.700 mts. sobre el nivel del mar, de más de 300 días de sol por año y una amplitud térmica que puede llegar a los 18°.
El clima seco, la gran amplitud térmica entre el día y la noche y la irrigación de los ríos de la región junto a las aguas de napas subterráneas, conforman un microclima de características especiales.
La variedad típica de la zona es el Torrontés, es el vino que como varietal hizo posible que Cafayate trascendiera, aunque la región también es propicia para variedades como Cabernet Sauvignon, Malbec, Syrah y Chardonnay.
Hay que destacar algunos nuevos emprendimientos situados a las mayores alturas del mundo: Yacochuya 2.000 mts. y Colomé a 2.300 mts.




TURISMO RURAL






TREN A LAS NUBES
Parte desde Salta, cruza una quebrada pasando por Santa Rosa de Tastil -considerada uno de los principales centros urbanos prehispánicos de Sudamérica - donde encontrará impresionantes ruinas arqueológicas.




TOLAR GRANDE - OJO DE AGUA
La localidad de Tolar Grande se encuentra ubicada en el departamento de Los Andes, en plena puna salteña, a 380 Km de la capital de la Provincia de Salta. En el centro oeste de la misma, rodeada de cerros con alturas diversas que van de los 3.700 a los 6.000 metros.



IGLESIA DE TOLAR GRANDE



TOLAR GRANDE




SALTA DE NOCHE




COMPLEJO TELEFERICO DE SALTA



TASTIL



TACUIL



SEÑOR DEL MILAGRO EN PROCESION



IGLESIA SAN FRANCISCO



CIUDAD DE SALTA



SALTA LA LINDA



NOCHE SALTEÑA



SALINAS GRANDES
Pueblo ubicado a 68 Km. de San Antonio de los Cobres sobre la Ruta Provincial 38 en la Provincia de Salta. Fue fundado en 1910 y declarado patrimonio histórico municipal. Se encuentra a 3.470 m.s.n.m. y posee una magnifica vista a Salinas Grandes. Lo embellece sus casas de adobe con techos de paja, construcciones en piedras de colores de minerales en bruto, llamas que caminan por sus callejuelas y una hermosa capilla blanca.



SALTA RAFTING



LAS MEJORES PLATERIAS



DIA DE PESCA



PESCA VARIADA



PARQUE NACIONAL LOS CARDONES


EL CARNAVAL SALTEÑO

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El Carnaval es la fiesta de la alegría, del desenfreno, del exceso; es la fiesta por antonomasia, pues con denominación diversa y características distintas aparece en todas las épocas y culturas más dispares. Como simbolismo general, el carnaval representa cierta alteración del orden que organiza la sociedad durante el año; donde las jerarquías y los roles se confunden. Y en nuestra tierra, y especialmente en el interior, la fiesta toma características propias que la identifican.
En nuestra ciudad asociada a los corsos, el carnaval rememora las tradiciones europea con aquellos desfiles de «carros ornamentados y grupos de comparsas». Y están las carpas, la máscara, el disfraz y el juego con agua, harina o pintura hasta la embriaguez.
En otros lugares de nuestra vasta geografía, el carnaval viene a asociarse a los ritos precolombinos y propiciatorios de las cosechas y las deidades de la tierra que se realizaban mucho antes que se denominara como tal a esta fiesta.


El "jugar con agua" en carnaval alude a una intención purificadora, tal como ocurre en ceremonias bautismales y de exorcismo, donde el líquido elemento cobra poderes de desencantamiento o prodigios mágicos.
Ya en la antigüedad clásica se utilizaban pilas con agua y ramos de olivo para purificar a los visitantes. Además, en antiquísimas referencias europeas, el agua no sólo figura como una manera destacada de celebrar el carnaval, sino que haya similitud en su igual intención purificadora. En Génova, por ejemplo ya en 1588 se utilizaban huevos rellenos con agua para arrojar desde las ventanas. Estos serían pues los antecedentes más elocuentes de las actuales bombuchas.
Ya en 1820 un anónimo viajero inglés, que vivió en Buenos Aires, relataba que llegado el carnaval se ponía en práctica "una desagradable costumbre: en vez de música, disfraces y bailes, la gente se divierte arrojando cubos y baldes de agua desde los balcones y ventanas a los transeúntes, y persiguiéndose unos a otros de casa en casa. Se emplean huevos vaciados y rellenados de agua que se venden en las calles. Las damas no encuentran misericordia, y tampoco se la merecen pues toman una activa participación en el juego. Más de una vez, al pasar frente a ellas, he recibido un potente huevazo en el pecho. Quienes por sus ocupaciones están obligados a transitar por la calle salen resignados a soportar el obligado baño. Los diarios y la policía han tratado de reprimir estos excesos, pero sin éxito alguno".
También se cuenta que Rosas, el mejor jinete de su tiempo, no dejaba nunca de mostrar sus habilidades en carnaval. Solía llegar al galope frente a las casas de algunas bellezas porteñas, sofrenaba el caballo hasta ponerlo en dos patas y mientras lo hacía girar por completo en su posición, arrojaba a los balcones un ramo de flores.
En el escenario calchaquí probablemente la fiesta de la chaya indígena aluda al término quichua "challa", que significa desparramadura o rociadura de un líquido. En este sentido el juego con agua no sólo sería una tradición europea, sino, coincidentemente, una supervivencia autóctona. Lo cierto es que esta práctica estaba arraigada en el Valle Calchaquí ya a mediados del siglo pasado, y pervive hasta nuestros días algo debilitada, aunque el domingo de carnaval es de diversión obligatoria.
Al jugar con agua todos se empapan a más no poder y la idea es dejar al adversario "chumuco", aludiendo al ave acuática de aspecto enjuto. Los bandos se forman a veces entre los de a pie y los de a caballo y en muchas ocasiones los juegos son llevados a niveles de agresividad que devienen en lastimaduras o daños físicos diversos. Estos brotes de violencia preocuparon a las autoridades de todas las épocas, a tal punto que el virrey Ceballos, en el año 1778, propuso al Cabildo una ley para prohibir el carnaval.
Actualmente la gran industria ha contribuido a refinar las tradicionales costumbres del carnaval de antaño, imponiendo en las ciudades el uso de bombitas, de pomos de metal o plástico cargados con líquidos perfumados y hasta con mezclas de éter que producen en la piel una estremecedora sensación de frío.
En el Valle Calchaquí se estila que, después de las corridas y juegos con agua, los carnavaleros se reúnan en alguna casa para almorzar comidas apetitosas y generalmente abundantes. Se reparan fuerzas y se reinician los preparativos para, esta vez, asistir a la reunión donde los amigos han convenido encontrarse. Se hacen cambios de ropas mojadas y, en alarde, se cambia el montado para lucir caballo fresco y brioso. Se entrecruzan observaciones cargadas de bromas e ironías.
Luego comienza el baile que se intercala con tiradas de harina, papel picado y el contrapunto de coplas que alude a temas como el amor, el cortejo, la broma hacia el otro, y también a intenciones eróticas o subidas de tono.

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